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Camisetas para todos

La historia de Eduardo Van Morlegan, un fanatico de las camisetas de fútbol

Tuvo la misma fuerza cuando decidió no usar nunca más camisas, corbatas ni nada que se asocie con un estilo formal. "Eso pasó después de la secundaria. Me prometí no usar más camisas y empecé a ponerme solo camisetas", mencionó a ElDiarioDeTandil. El término "camiseta" le quedó de su paso por España, donde vivió un tiempo. En la Argentina "moderna" le llamamos remera, pero antes se usaba este concepto.
 
Digamos que Van Morlegan es un hombre que gusta de lucir informal y se siente cómodo de esta manera.
 
Pero  no siempre fue así como lo vemos ahora. En su juventud llegó a pesar más de 100 kg. Imagínense un tipo grandote, de pelo largo, colorado y lleno de pecas. Le costaba horrores pasar desapercibido.
 
A esto hay que agregarle una personalidad avasallante. Con muchas aristas y detalles que llaman la atención. Un dato de color en su pasado, reseña que fue el primer vecino de Tandil en armarse un buggy. Corría la década del 70 y el "Colo" ya daba que hablar en las sierras.
 
Para conocer un poco más de su historia, podemos contarles que nació en Córdoba, adonde su padre había ido para sobrellevar una enfermedad respiratoria. En la provincia mediterránea, los Van Morlegan amasaron una buena fortuna con el negocio de la carne, pero esta situación no duró por mucho. Se sabe que el gremio de la carne tiene sus ciclos. Un día estás arriba de la ola y al otro quedás patas para arriba.
 
Esto fue lo que le pasó a su padre, quien debió volver a Tandil con una mano atrás y otra adelante. La familia se instaló en el sótano del Club 12 Estrellas, ubicado en el corazón de Villa Italia. "Teníamos una malaria terrible, basta decirte que dormíamos en la mesa de billar. Pero no me quejo, lo he pasado demasiado bien en la vida. Mi viejo desde aquel tiempo fue bolichero en cuanto club había trabajo. Pasamos por muchos clubes de Tandil atendiendo el buffet".
 
El "Colo", como la llaman sus amigos, jugó al rugby en su infancia. Empezó en Uncas, pero luego se fue a Independiente "con los Daglio". El rugby estuvo un tiempo entre las disciplinas del rojinegro, pero no prosperó. Al poco tiempo fundaron el rugby en la Iglesia Santa Ana. 
 
Se recuerda como un ágil pilar o tercera línea. En el equipo de la capilla llegó a jugar en primera división, pero la carrera quedó trunca de joven por las lesiones tan comunes en este deporte. Primero le rompieron la mandíbula de un piñón jugando en Azul y luego la rodilla le dijo basta.
 
Como era un tipo que gustaba de los deportes, a pesar de su talla. Luego probó suerte con el kayak. 
 
"Tengo historias bárbaras con el kayak. En aquella época andaban lanchas por el dique y yo les pedía que me hagan oleaje. Como todo lo que hago, le puse lo mejor de mí. Por mi peso se me complicaba un poco andar, me caía muy seguido al agua porque perdía el equilibrio. Entonces decidí hacer una dieta muy estricta. Viste, estas dietas que están de moda. Que te dicen que hay que hacer muchas comidas al día, comer despacio y muchas verduras. Bueno, yo la hice a principios de los años 80. En un año bajé hasta los 60 kg. Un poco se me fue la mano, porque termine internado con anemia. Pero luego me instalé en los 70 kg y todavía los mantengo", relató.
 
Con el título de electromecánico también hizo una carrera destacada. Empezó bien de abajo haciendo pozos en la calle, pero luego pasó por firmas como Loimar hasta que descubrió su "nicho" en el mundo de las telecomunicaciones.
 
"En aquel tiempo no existían los celulares ni muchos de los adelantos que vinieron después. Empecé a trabajar con dos ingenieros que creaban todo el sistema según la necesidad del cliente. No dudé ni un instante cuando me dijeron que tenía que irme de Tandil. Siempre tuve claro que lo importante era trabajar y no importaba dónde. Es verdad que siempre termino regresando a Tandil, pero soy muy desprendido y toda mi vida fue igual. En una época se terminó este trabajo y me llegó una propuesta para irme a España a colocar redes de telefonía. Me contrató la empresa Alcatel y cuando llegué me tomaron algunos exámenes. Al final me dijeron que todo lo que sabía del tema no me servía de nada, pero me vieron condiciones para el trabajo. Me mandaron a perfeccionarme a Francia y cuando estuve listo me dieron una camioneta para que recorra España. Así estuve dos años y pico. Dormía en hoteles, casi que no tenía amistades. Lo positivo era que el sueldo me quedaba para mí y pude hacer una diferencia",  comentó.
 
La aventura por la "madre patria" terminó cuando su padre se puso mal de salud. No dudó en ponerle fin al contrato que tenía en Europa y volvió para acompañarlo en sus últimos días. Con la diferencia que hizo compró su casa en Tandil y puso un local en el centro. Ya había trabajado mucho para otros y era el momento de hacer su camino.
 
Desde ese día se volvió una referencia ineludible en la venta, reparación e instalación de redes. Trabaja con porteros, telefonía en edificios y adonde lo llamen.
 
"Se habla mucho de las nuevas tecnología, de que el celular y los Smartphone son el futuro, pero yo sigo tapado de trabajo. Quizás porque soy un hombre reconocido en la ciudad y me hice un nombre en este rubro. Con la colección de camisetas quiero hacer lo mismo, quiero llegar a ser el coleccionista número uno del mundo y aparecer en el Guinness. Ese es mi objetivo", informó.
 
 El Fana
 
El fana es su alter ego, de a ratos habla de él en tercera persona.  Su pasión por reunir objetos empezó hace tiempo con biromes, sombreros, películas de western, etc. Es una persona muy metodista y se da maña para todo.
 
Tiene todo guardado y clasificado. Muchas veces con detalles de cómo consiguió este o aquel elemento. También guarda una gran memoria y gusta de compartir las historias con los demás.
 
"El fana empezó hace poco tiempo, con un encuentro casual con Juan Martín del Potro. De caradura le pedí que me firme una camiseta y él accedió  con total generosidad. No te das una idea con la felicidad que me vine a casa. No pude dormir en toda la noche. Quería hacer algo más, se me ocurrió la idea de coleccionar camisetas firmadas con un fin benéfico. A la semana me encuentro con Tato Medina, el ex arquero de Independiente de Avellaneda y le cuento lo que quería hacer. A los pocos días me consiguió la segunda".
 
Ese fue el comienzo. Casi sin proponérselo.  Apoyado por su popularidad empezó a visitar amigos y allegados. Su ventaja es que no solo pide camisetas de futbol. Cualquier remera estampada con algún rasgo de particularidad puede aparecer en su museo.  Están las rubricas de músicos extranjeros, deportistas, actores, de los últimos pilotos de los aviones Mirage, Héroes de Malvinas, hasta tiene una firmada por el Papa Francisco.
 
Cada nueva camiseta que se suma a su colección aparece en su cuenta de facebook con foto y los agradecimientos del caso. Porque otra característica de este personaje es su gratitud para con todos los que se interesan por su proyecto.
 
"Un señor que me dio una gran mano fue el concejal Adolfo Loreal, el propuso que el futuro museo se declare de interés cultural. Ahora, mi función es seguir juntando y custodiar las camisetas, para que el día de mañana quede de patrimonio para la ciudad.  Mi sueño es que esto sea itinerante, que las muestren en los clubes, en la escuela y a cambio se colecte un alimento o un útil escolar para los chicos.  Ahora el próximo mes las vamos a exponer en la Casa de la Cultura. Estoy muy ilusionado con esto", nos dijo.
 
El fana no tiene apuro. En poco tiempo reunió casi 80 camisetas. Muchas de ellas de gran valor histórico, otras con un costado afectivo.  Todas tienen su lugar y su historia. Pronto, estarán a la vista de todos.

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