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El Diario de Tandil x 100

La publicación semanal cumplió el centenar de tapas y lo festejó a lo grande

La fiesta, que se extendió hasta entrada la madrugada en la pista de baile, reunió a comerciantes, empresarios, dirigentes y la familia de Big Bang. Si algo quedó claro es la capacidad de la empresa para organizar eventos pensados al mínimo detalle. También reforzó la certeza de que el semanario ya se ganó un lugar entre los tandilenses, que a fuerza de comprarlo, leerlo, compartirlo y comentarlo, lo pusieron a la altura de los grandes de la industria local de las comunicaciones.

Las palabras del presidente de Big Bang, Ricardo Berlari, fueron para los lectores pero con un guiño a los auspiciantes: "No somos los mejores, pero estamos a la misma altura de los mejores, solo que un poquito más barato".

Y es que los anunciantes son muchos, fieles y muy importantes para la estructura del semanario. Hombres y mujeres que mueven los engranajes de la máquina de la producción local.

La fiesta tiene de todo. El banner para la foto del evento. Un show en vivo de una acróbata. Comida y tragos. Una barra de cerveza tirada. La gente, en sillones o de pie, conversa, porque el ambiente predispone.

Una mujer relacionada con el ambiente académico hace notar a su esposo que, hasta donde puede ver, hay pocos profesionales reconocidos en el salón. Su esposo, un periodista que además de formación académica ostenta un conocimiento cabal y extendido de la ciudad, sus cosas y su gente, le responde: "Puede ser, pero esta gente representa cinco mil puestos de trabajo". El número no parece antojadizo.

El video muestra las cien tapas, en rápida sucesión. Verlas todas juntas, condensadas en esa imagen, pone en perspectiva el riesgo, el coraje y la decisión de emprender una idea y sostenerla.

El intendente lo reconoce, más que por el compromiso institucional de su investidura y por cuestiones de etiqueta, parece destacar "el esfuerzo y trabajo para presentar un producto de Tandil y para Tandil". Y da pistas de las probables razones del éxito del producto: "Ustedes han sabido consolidarse comercialmente y mucha gente espera los sábados para ver las noticias nuestras, los reportajes nuestros, las historias de nuestros barrios, las fotos antiguas de Tandil y las modernas. Así hacen los emprendedores, los que arriesgan para tratar de ofrecer más trabajo, mejor calidad de vida y no le tienen miedo al futuro sino que avanzan hacia el futuro".

Escribe Marcelo Bettini

Hace más de dos años recibí una llamada de Ricardo Berlari citándome a Big Bang. Quería contarme sobre un proyecto periodístico y me ofrecía trabajo.

Ya conocía a Berlari. Primero a través de mi esposa, Patricia Wandelt, quien trabajó con la empresa en FM 104.1 antes de que se la vendieran a Rogelio Rotonda. Mi primer encuentro directo se dio bastante después de eso, cuando tuve el gusto de participar en "Pateando el hormiguero", un programa de FM Eich 93.1 que conducía Mario Escobar y en el que quien escribe sostenía una columna de opinión. Las otras dos eran de Helena Berestain y José Ramón Stellato. Guillermo Tenaglia proponía la información desde la calle. Me contrataron por lo que durase esa temporada porque el programa se armó en la emergencia que surgió con la partida del aire de la radio de Elías El Hage y Pepo Sanzano, quienes ocupaban antes esa franja horaria. A pesar de su condición de "parche", el programa acabó siendo un buen producto, a estar de la participación de empresas en la tanda, que suele determinar el éxito o fracaso en estas cuestiones.

Este conocimiento previo de la empresa y de su grupo humano me cargó de expectativas positivas para el encuentro con Ricardo. Ya estaba haciendo cuentas de en qué podría invertir las ganancias de este trabajo extra cuando me cayó el baldazo de agua fría: "Vamos a hacer un semanario y queremos que hagas las notas de tapa".

Un semanario impreso en tiempos en que los diarios y revistas se baten con las pantallas para sobrevivir en una pelea desigual y de resultado previsible me pareció, si no una locura, una quijotada a destiempo de la historia de la industria editorial.

Con otras palabras se lo comenté a Eugenio Martínez, con quien encaramos la primera etapa del desafío. En síntesis, le dije que no hiciera planes de largo plazo con ese salario porque la aventura duraría tres meses; con viento en las velas y de manera extraordinaria, podríamos alcanzar un semestre.

Evidentemente me quedé corto, a la luz de las cien tapas que merecieron días atrás una fiesta en la estancia Fuente de Alegría.

Así, mientras la industria editorial pierde terreno aceleradamente -como ocurre cada vez que aparece un nuevo medio tecnológico que cambia el paradigma vigente- nosotros brindamos con lectores, anunciantes y amigos porque el semanario se instaló entres los medios más fuertes de la ciudad. No busquen en estas líneas una explicación porque todo lo que se del tema indica que debería haber ocurrido lo contrario. Supongo que la mirada cien por ciento localista del medio y la posibilidad de ir muchas veces por fuera de la agenda de temas tradicional tienen algo que ver. Quizá la profundización de los asuntos que se tratan también sea parte del éxito de El Diario de Tandil. Otra vez, en contra del sentido en el que gira un mundo en el que cada vez se lee menos y los textos largos ahuyentan a los lectores.

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